Chania tiene un espléndido pasado griego, veneciano y turco. Paseando por la ciudad te encuentras con una pintoresca arquitectura en la que se mezclan restos de las fortalezas venecianas, mezquitas e iglesias ortodoxas. Todo esto aderezado con el típico carácter y colorido griego hace que sea una de las ciudades más embriagadoras que hemos visitado nunca.
Al parecer, hay indicios de que la ciudad lleva habitada desde el Neolítico, y de que bajo ella se encuentran las ruinas de la ciudad minoica de Cydonia. Este último nombre hará las delicias de los que hayan disfrutado con el mítico videojuego Terror from the deep...
Vista de la boca del puerto de Chania.
El faro veneciano es del siglo XV.
Vista desde el faro, con la cordillera montañosa al fondo que alberga la Garganta de Samaria.
Vista de la Mezquita de los Jenífares situada en el puerto.
Las callejuelas que rodean al puerto veneciano tienen un ambiente encantador.
Iglesia ortodoxa con el minarete de San Nicolás.
El Baluarte Sabbionara es parte de la fortificaciones que rodeaban al puerto.
Catedral ortodoxa de la ciudad.
Vistas desde la habitación. Por el mismo precio que una habitación cutrilla en Atenas teníamos una habitación de época con jacuzzi y terraza sobre el puerto. Como decía nuestro casero: "Fantaaaaastic!" (Dígase lentamente, con las palmas en alto y los ojos en blanco).
El ambiente nocturno en la zona del puerto es muy agradable, aunque los captadores de clientes de los restaurantes pueden ser bastante pesados. Algunos tenían la desfachatez de perseguirte mientras no paraban de decirte "No pressing no stressing!". Algo así como "vente conmigo que no te estoy agobiando". Para evitarlo nada como tener aspecto de ser estudiante o tener poco dinero. ¡Una mochila a la espalda hace maravillas!
Estampa típica griega: Pulpos secándose al sol. Es muy común en los restaurantes encontrar el pulpo a la brasa, crujiente por fuera y aliñado con limón. Una delicia.
Descubrimos el paraíso en Chania. Al final del puerto, por donde sale el espigón del faro, hay un restaurante excelente llamado Apostolis. Y, además de resultar barato para un español, nos regalaban postres como estos que ocupan toda la mesa: yogur, miel de varios tipos, frutas, dulces, licores... ¡Ay, Apostolis! cómo te extrañamos aún en las noches de invierno...
Si te sientes observado paseando por la ciudad, mira por las azoteas. ¿Qué querrá decir lo de Showroom? ¿Se habrá metido a la seguridad privada la abuela del yogur?
El lado oscuro de los momentos artísticos. Conseguir esta foto sin gente en el cuadro fue toda una proeza.
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