Al norte de Francia, lindando con las fronteras de Bélgica y Luxemburgo, se encuentra la región de Lorena (Lorraine). Su capital, Metz, es una ciudad con una larga y convulsa historia. Poblada desde la edad de bronce, ha sido capital del reino galo de los Mediomátricos y del reino Merovingio de Austrasia. En el siglo X sería integrada en el Sacro Imperio Romano Germánico y, desde su anexión a Francia en 1648 por el tratado de Westfalia, ha sufrido las consecuencias de su situación fronteriza pasando en varias ocasiones entre Alemania y Francia hasta su definitiva consolidación tras la Segunda Guerra Mundial.

La ciudad se halla en la confluencia de los ríos Seille y Moselle, y es en esta zona donde se encuentra la parte más turística y cuidada de Metz.
Destaca por su ubicación la Catedral de Saint-Etiénne. Construida entre 1220 y 1520, su origen está en la unión de dos antiguas iglesias románicas. Su nave de 42 metros de altura es de las más altas del mundo gótico, sólo superada en Francia por la Catedral de Amiens y la incompleta Catedral de Beauvais.
El Teatro de la Ópera es el teatro en activo más antiguo de Francia (inaugurado en 1752). La restauración actual data de 1982.
A su lado se encuentra el hermoso Templo Nuevo. Este templo fue contruido cuando la ciudad se encontraba bajo dominio alemán entre 1901 y 1904, en estilo románico renano. Esta mezcla de estilos franceses (neoclásico y gótico) y alemanes (románico) es parte de la peculiaridad de este lugar.
Cerca se encuentra otra de las joyas históricas de la ciudad: la iglesia de San Pedro de Nonnais, la más antigua de Francia. Fue construida originalmente como un gimnasio romano a finales del siglo IV, y convertida en iglesia cristiana tres siglos después.
Al este de la ciudad, junto a restos de la antigua muralla defensiva, se encuentra la Puerta de los Alemanes. Este remanente de la antigua muralla medieval de la ciudad tiene su origen en 1230.
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