Salamanca es una ciudad espectacular. El casco antiguo, cuidadosamente restaurado y conservado, tiene una gran zona peatonal por la que da gusto pasear. La riqueza arquitectónica del centro es impresionante, y son pocos los edificios que se puedan emplazar en un único estilo definido.
En el centro histórico encontramos elementos romanos como el Puente Romano sobre el río Tormes, románicos como la Catedral Vieja, mudéjares en la Iglesia de Santiago, góticos en la Catedral Nueva o la Casa de las Conchas, platerescos en las fachadas de la Casa de las Conchas, de la Universidad o de la Iglesia de San Esteban, barrocos como en la Plaza Mayor o la Iglesia de la Clerecía, e incluso modernistas como en la Casa Lis. Desde luego, una buena retrospectiva de la arquitectura española desde el siglo I hasta el XX: añádanle un poquito de arte islámico y de neoclasicismo y tendríamos el rosco completo.



El Gran Juego de la Rana
(... o cómo terminar odiando a la especie humana)
(... o cómo terminar odiando a la especie humana)
En la fachada de la Universidad hay un divertimento de estos populares que no se sabe muy bien cuándo empezaron, pero que se ha convertido en algo ampliamente extendido. Resulta que entre los elementos de la fachada plateresca hay una única calavera que tiene una rana posada encima.
La gracia del juego es, cuando se visita por primera vez la fachada, competir por ver quién la encuentra antes. El hecho de que la fachada sea una suerte de "¿Dónde está Wally?" del cinquecento, y de que si no te dicen que es una rana podrías pensar que es un chichón hiperdesarrollado, no ayuda en la tarea, y constantemente va cayendo gente al suelo por bloqueo de cervicales. Y a quién diga que este mal no existe, le mandamos a House, que seguro que en algún capítulo lo confundieron con lupus.
La fauna que se congrega se divide en tres tipos principales:
· La gente que sanamente intenta encontrar la ranita. Estos son inofensivos, y, como dicen desde Hacienda, en algún momento hemos sido todos.
· La gente que ya la conoce de sobra y se dedica a decirlo a voz en grito sin parar de señalar. Son subproductos de una época deshumanizada donde la falta de cariño hace estragos.
· Gente que ya la conoce de sobra, pero que le parece una chorrada, así que no se mueven del sitio sin parar de señalar y decir que "vaya chorrada se han montado con la ranita esta". Quizá si se fueran y dedicaran su energía a otras cosas tendríamos excelentes médicos o arquitectos, pero el caso es que no son capaces de apartarse de algo que dicen detestar profundamente.
Todo esto hace que la verdadera dificultad del juego no sea encontrar la rana en sí, si no la ingente capacidad de aislamiento que implica intentar no mirar las manos que no paran de señalarla, ni los comentarios resabidillos y voluntariamente subidos de volumen que la ubican "ahí al lado de la otra no ahí no que estás mirando mal madre mía qué inútil eres yo ya la vi hace media hora."
La gracia del juego es, cuando se visita por primera vez la fachada, competir por ver quién la encuentra antes. El hecho de que la fachada sea una suerte de "¿Dónde está Wally?" del cinquecento, y de que si no te dicen que es una rana podrías pensar que es un chichón hiperdesarrollado, no ayuda en la tarea, y constantemente va cayendo gente al suelo por bloqueo de cervicales. Y a quién diga que este mal no existe, le mandamos a House, que seguro que en algún capítulo lo confundieron con lupus.
La fauna que se congrega se divide en tres tipos principales:
· La gente que sanamente intenta encontrar la ranita. Estos son inofensivos, y, como dicen desde Hacienda, en algún momento hemos sido todos.
· La gente que ya la conoce de sobra y se dedica a decirlo a voz en grito sin parar de señalar. Son subproductos de una época deshumanizada donde la falta de cariño hace estragos.
· Gente que ya la conoce de sobra, pero que le parece una chorrada, así que no se mueven del sitio sin parar de señalar y decir que "vaya chorrada se han montado con la ranita esta". Quizá si se fueran y dedicaran su energía a otras cosas tendríamos excelentes médicos o arquitectos, pero el caso es que no son capaces de apartarse de algo que dicen detestar profundamente.
Todo esto hace que la verdadera dificultad del juego no sea encontrar la rana en sí, si no la ingente capacidad de aislamiento que implica intentar no mirar las manos que no paran de señalarla, ni los comentarios resabidillos y voluntariamente subidos de volumen que la ubican "ahí al lado de la otra no ahí no que estás mirando mal madre mía qué inútil eres yo ya la vi hace media hora."
3 comentarios:
Acabo de terminar de leer todos y cada uno de vuestros revoloteos y estoy deseando tener más material para disfrutar de vuestras andanzas polleriles y poder sentir que voy con vosotros comiendo, sufriendo, andando...pero sobre todo riendo!!! Y que Duke no me quite el puesto que yo soy la fan number one! Besos y gracias :)
XD Muy bueno lo del juego de la rana, la cosa es que tiene toda la razón, ya he estado en Salamanca y he podido comprobarlo, pero cuando vuelva, y me vuelva a la fachada, me reiré más al recordar esto jaja!
MUy bueno! =) Preciosa Salamanca!
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