Para unos andaluces como nosotros, acostumbrados a que detrás de las playas del Cádiz de nuestra infancia (magníficas, eso sí), haya como mucho un pinar, la costa asturiana muestra una frondosidad espectacular. Las playas son pequeños escondites dorados rodeados de bosques y prados.
El lado negativo es que el mar que las baña es el cantábrico, y para bañarse ahí la mayor parte del año hay que tener la piel más correosa que la nuestra, suave, mixta y delicada.
En esta entrada vamos a poner un pequeño tour mostrando un poco de todo, aunque por la época que fuimos mucha playa no disfrutamos. Desde los pueblecitos de pescadores como Cudillero (aunque bastante turistificado), las pisadas de dinosaurios en la misma playa de Lastres o el renovado aspecto de Gijón, una ciudad con un ambientazo tremendo.
Gijón
Por avatares de la vida, de Gijón conocíamos el ambiente poético, uno de los más activos de España, lo que la hacía particularmente interesante.
Una vez allí nos encontramos una ciudad abierta al mar, con un bonito casco antiguo en la península de Cimadevilla, entre la playa de San Lorenzo y el puerto deportivo. En esta zona, y mirando al mar, han hecho un paseo realmente bonito, con una escultura de Chillida dominando el horizonte.
La ciudad es un buen sitio donde buscar sitios de comer (sidrerías, of course) y comprar souvenirs. Y qué mejor souvenir que unas botellitas de sidra, un quesito de cabrales y unos preparados de fabada, para hacer una ligera merienda-cena.
Buscando dinosauros en Lastres
Lastres es un pueblecito pesquero situado entre Ribadesella y Gijón (a grandes rasgos, vamos, que si quereis ir deberíais informaros un poquito más). Está en una zona de la costa con una gran profusión de restos de dinosaurios. De hecho, cerca está el MUJA, el Museo del Jurásico de Asturias, uno de los nuevos atractivos de la zona (al que no fuimos, por cierto).
En la entrada al pueblo se encuentra la playa de La Griega, al lado de un camping bien ubicado. Haciendo un caminito de unos 5-10 minutos por la costa en dirección opuesta al pueblo, atravesando un bosque plagado de helechos con un aspecto bastante jurásico, se accede a unas formaciones rocosas en el mismo rompiente del mar con huellas de distintas especies de dinosaurios.
Sobre la espectacuralidad de las huellas hay que avisar: hay que ir con ganas. Si vas sugestionado, enamorado del tema y embriagado por el aspecto antiguo del bosque, las disfrutarás. Si vas en tacones, cansado y con el mismo interés por los dinosarios que por el último número del BOE, probablemente sólo te parezcan marcas en las rocas sin mucho más romanticismo.
Qué decir que nosotros íbamos que sólo nos faltaban los chalecos con bolsillos, y con tanta afición por los dinosaurios como Calvin.
La señorial Ribdesella
Ribadesella se encuentra en la desembocadura del Sella, famoso por el masivo descenso en canoa que sufre cada verano. El río hace una curva y da forma a un sinuoso paseo marítimo. La arquitectura de este paseo es todo un espectáculo. Con varias casas de indianos, gente que se fue a Cuba a buscar fortuna, la encontró y dijo: "me voy a hacer una casa que se va a cagar la perra", es un concurso de ver quién la hace más grande. Estos edificios tipo Nueva Orleans le dan un aspecto muy interesante al pueblo.
La teatralidad de Cudillero
Al oeste de Gijón se encuentra el pueblo pesquero de Cudillero. Es uno de los enclaves más turísticos de la costa asturiana, y su pintorezca apariencia ha sido escenario de muchas películas, como "Volver a empezar". La verdad es que el sitio está tan atestado, que resulta bastante poco auténtico. Aunque todo dependerá de la época, claro. El caso es que es muy bonito, pero no nos dió para mucho. Poco más que una parada en boxes.
El Cabo de Peñas
En el punto más septentrional del principado, entre Gijón y Avilés, está el Cabo de Peñas. Es un entorno protegido, con un faro gigantesco y un pequeño restaurante del que nos han recomendado el arroz con marisco, aunque no nos dió tiempo a comprobarlo. En el faro hay un museo de la zona, y por detrás sale un paseo con unos carteles explicativos y unas bonitas vistas del cabo.
El lado negativo es que el mar que las baña es el cantábrico, y para bañarse ahí la mayor parte del año hay que tener la piel más correosa que la nuestra, suave, mixta y delicada.
En esta entrada vamos a poner un pequeño tour mostrando un poco de todo, aunque por la época que fuimos mucha playa no disfrutamos. Desde los pueblecitos de pescadores como Cudillero (aunque bastante turistificado), las pisadas de dinosaurios en la misma playa de Lastres o el renovado aspecto de Gijón, una ciudad con un ambientazo tremendo.
Gijón
Por avatares de la vida, de Gijón conocíamos el ambiente poético, uno de los más activos de España, lo que la hacía particularmente interesante.
Una vez allí nos encontramos una ciudad abierta al mar, con un bonito casco antiguo en la península de Cimadevilla, entre la playa de San Lorenzo y el puerto deportivo. En esta zona, y mirando al mar, han hecho un paseo realmente bonito, con una escultura de Chillida dominando el horizonte.
La ciudad es un buen sitio donde buscar sitios de comer (sidrerías, of course) y comprar souvenirs. Y qué mejor souvenir que unas botellitas de sidra, un quesito de cabrales y unos preparados de fabada, para hacer una ligera merienda-cena.
La escultura "Elogio del Horizonte", de Chillida, domina del horizonte del paseo entre la playa de San Lorenzo y el puerto deportivo.
Panorámica de la Playa de San Lorenzo.
Panorámica del puerto deportivo.
Buscando dinosauros en Lastres
Lastres es un pueblecito pesquero situado entre Ribadesella y Gijón (a grandes rasgos, vamos, que si quereis ir deberíais informaros un poquito más). Está en una zona de la costa con una gran profusión de restos de dinosaurios. De hecho, cerca está el MUJA, el Museo del Jurásico de Asturias, uno de los nuevos atractivos de la zona (al que no fuimos, por cierto).
En la entrada al pueblo se encuentra la playa de La Griega, al lado de un camping bien ubicado. Haciendo un caminito de unos 5-10 minutos por la costa en dirección opuesta al pueblo, atravesando un bosque plagado de helechos con un aspecto bastante jurásico, se accede a unas formaciones rocosas en el mismo rompiente del mar con huellas de distintas especies de dinosaurios.
Sobre la espectacuralidad de las huellas hay que avisar: hay que ir con ganas. Si vas sugestionado, enamorado del tema y embriagado por el aspecto antiguo del bosque, las disfrutarás. Si vas en tacones, cansado y con el mismo interés por los dinosarios que por el último número del BOE, probablemente sólo te parezcan marcas en las rocas sin mucho más romanticismo.
Qué decir que nosotros íbamos que sólo nos faltaban los chalecos con bolsillos, y con tanta afición por los dinosaurios como Calvin.
Esta es la playa de La Griega, donde están las huellas de la formación Tereñes. El pueblo del fondo es Lastres.
Al límite del mar, el camino hacia la formación Tereñes atraviesa este espectacular bosque para ir metiéndote en situación (si te dejas).
Estas huellas de saurópodos (un dinosaurio cuadrúpedo y herbívoro, como los Diplodocus) se encuentran entre las más grandes del mundo.
Esta es una huella tridáctila de un dinosauro terópodo (un dinosaurio bípedo y carnívoro, como los tiranosaurios), del que evolucionarían las aves.
La señorial Ribdesella
Ribadesella se encuentra en la desembocadura del Sella, famoso por el masivo descenso en canoa que sufre cada verano. El río hace una curva y da forma a un sinuoso paseo marítimo. La arquitectura de este paseo es todo un espectáculo. Con varias casas de indianos, gente que se fue a Cuba a buscar fortuna, la encontró y dijo: "me voy a hacer una casa que se va a cagar la perra", es un concurso de ver quién la hace más grande. Estos edificios tipo Nueva Orleans le dan un aspecto muy interesante al pueblo.
El momento artístico del viaje nos asaltó en Ribadesella.
Las casas de indianos son muy pintorescas, este paseo es una preciosidad.
Panorámica de la desembocadura del Sella.
La teatralidad de Cudillero
Al oeste de Gijón se encuentra el pueblo pesquero de Cudillero. Es uno de los enclaves más turísticos de la costa asturiana, y su pintorezca apariencia ha sido escenario de muchas películas, como "Volver a empezar". La verdad es que el sitio está tan atestado, que resulta bastante poco auténtico. Aunque todo dependerá de la época, claro. El caso es que es muy bonito, pero no nos dió para mucho. Poco más que una parada en boxes.
Típica vista del pueblo, famoso por el colorido de las casas, encaramadas sobre el monte.
Con este ya había tres pollos en Cudillero.
El Cabo de Peñas
En el punto más septentrional del principado, entre Gijón y Avilés, está el Cabo de Peñas. Es un entorno protegido, con un faro gigantesco y un pequeño restaurante del que nos han recomendado el arroz con marisco, aunque no nos dió tiempo a comprobarlo. En el faro hay un museo de la zona, y por detrás sale un paseo con unos carteles explicativos y unas bonitas vistas del cabo.
Faro del Cabo de Peñas al anochecer. Un buen sitio para aislarse del mundo...
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