En Bruselas hay un peculiar sentido del humor. El símbolo de la ciudad es una minúscula fuente de un crío echando un chorrito (el Manneken Pis), y se dedican a travestirlo cada vez que tienen motivo: De Papa Noel en Navidad, de soldado... Pero este retoño no está solo. Paseando por Bruselas es posible encontrar a su hermana, e incluso a su perro.
Paseando por Bruselas dan ganas de dos cosas: de orinar y de comer gofres. Esta ciudad es así de compleja.
Otro de los símbolos de la ciudad es el Atomium, una monumental estructura construida para la Exposición Mundial de 1958. Con 102 metros de altura, está compuesta de nueve esferas de acero que representan la estructura de un cristal de hierro aumentado 165000 millones de veces.
Aunque se puede acceder a algunas de las esferas, por lo visto la visita es un rollazo, y las colas son kilométricas.
A continuación os ponemos algunos rincones interesantes que encontramos por la ciudad.
Imagen de la Fuente Anspach con la Iglesia de Sainte-Catherine al fondo. ¡El pollo estaba inspirado!
Momento coqueto en la Place Des Martyrs.
En la Plaza de España, Don Quijote y Sancho miran hacia la torre del Ayuntamiento en la Grand Place.
Más melancólico que el Quijote, Bela Bartok se aleja de la Grand Place pensando en sus cosillas...
En uno de los laterales de la Grand Place se encuentra esta estatua. Está así de brillante porque, según la tradición, para tener suerte al llegar a la ciudad hay que ir a pasarle la mano por el lomo. Probablemente esa tradición la iniciara el encargado de limpiarla, porque los turistas ya se encargan de dejarla limpita limpita.
Uno de los orgullos nacionales belgas es el cómic. No en vano, el país ha dado dibujantes como Hergé (Tintin), Rob-Vel y Davine (Spirou), Morris (Lucky Luke), Franquin (Gaston Lagaffe), Peyo (Los Pitufos)... Esto se nota en toda la ciudad: está llena de fachadas decoradas con escenas de cómic, así como de estatuas, y posee un Museo del Cómic propio, donde comprar a un "módico" precio casi cualquier cómic que se busque.
Recopilación de fachadas decoradas con escenas de cómic.
Estatua de Gaston Lagaffe, muy chula aunque algo maltratada, cerca de la Catedral.
Del museo del cómic salimos todos contentos: Aitor y yo con nuestro cohete favorito, y la jefa, que encontró el amor en otros labios... El museo, por otro lado, nos pareció un poco rollete.
En cuestiones gastronómicas, aparte del producto local estrella que son los mejillones (probamos unos mejillones empanados que estaban de muerte), los reyes son los dulces y las cervezas. Como había que elegir, optamos por el primer camino, el de la sobredosis de azúcar. Y es que el centro de Bruselas huele tanto a azúcar que es imposible resistirse.
Datos oficiales confirman que en el centro de Bruselas viven más gofres que belgas. Quién puede controlarse al ver esto...
Comiendo y bebiendo con los colegas con los que fuimos a Bruselas. En la cervecería había una carta con cientos de cervezas de todos los países del mundo. Observen al fondo un típico ejemplo de Manneken Pis travestido...
Los de esta tienda de bordados se toman lo suyo demasiado en serio. En el cartel pone literalmente: "Respete nuestra tienda. No coma delante del escaparate." ¡Ni que estuvieran enfrente de un puesto de gofres! Ah, no, es verdad, que sí lo estaba...
¡Nunca hay que dejar pasar el momento de hacer el chorra en Bruselas!
A todo esto, nosotros vinimos a hacer un curso... Bueno, nos tomamos una foto a la entrada y parece que somo serios y todo. ¡Ay pájaros!
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