Si hace un par de años me hubieran preguntado en qué país estaba Aquisgrán, mi probabilidad de acertar habría sido del 50% en el mejor de los casos. Y es que a pesar del importante papel de esta ciudad en la baja Edad Media, su importancia fue decayendo con los años hasta quedar eclipsada por las más florecientes ciudades de Colonia, Maastricht o Luxemburgo. Y es que tampoco ayuda el tema lingüístico: En alemán la llaman Aachen, en francés Aix-la-Chapelle, y en holandés Aken. No ayuda, no.
Pues queridos amigos, frente a la cantidad de gente que habría situado la ciudad actual en Francia (yo el primero), debo informaros que se encuentra en Alemania, aunque a menos de 5 kilómetros de la frontera holandesa y belga. A los que ya lo supiérais, os felicito por no compartir nuestra ignorancia: sois dignos lectores de nuestro blog.
Y es que Aquisgrán fue una de las ciudades más importantes de la Europa del siglo VIII, capital del recién nacido Imperio Carolingio, primer gran imperio católico europeo tras la caída del Imperio Romano y precursor a su manera del Sacro Imperio Romano Germánico. Este imperio nació con el reinado de Pipino el Breve, hijo del aclamado general Carlos Martel que conseguiría derrotar a los musulmanes y frenar definitivamente su avance desde la España recién conquistada hacia el interior de Europa en Poitiers, y tuvo su momento álgido con la coronación en Roma como emperador de su hijo Carlomagno. Sin embargo, las tensiones internas provocaron que el imperio se resquebrajara tras la muerte de Carlomagno.
El monumento más famoso de la ciudad es la espectacular Catedral. El origen de la misma se remonta a finales del siglo VIII, cuando Carlomagno mandó construir la Capilla Palatina dentro del complejo palaciego que edificó en la ciudad. Cuando finalizó la construcción de la capilla, era la cúpula más grande al norte de los Alpes, rivalizando directamente con la impresionante Santa Sofía de Constantinopla (actualmente Estambul). A su muerte, Carlomagno fue enterrado aquí, sentado sobre un trono y con un cetro en la mano, hasta que a mediados del siglo XII el emperador Federico I colocó sus restos en el sarcófago de oro y plata que todavía se encuentra en la Catedral.
Además de los restos de Carlomagno, el sitio guarda varias reliquias objeto de devotas peregrinaciones durante la Edad Media: la capa de la Virgen Maria, ropajes de Cristo, la capucha con la que decapitaron a San Juan Bautista y el taparrabos de Cristo (traducido directamente de la wikipedia, a mi no me miréis!). Ésto motivó la ampliación del recinto para dar cabida a la gran afluencia de peregrinos. El resultado final fue un edificio único, con una mezcla de estilos arquitéctonicos muy curiosa y de una belleza muy singular.
Enfrente de la Catedral se encuentra el Ayuntamiento, construido a mediados del siglo XIV sobre las ruinas del antiguo palacio de Carlomagno. De este palacio aún conserva una torre y parte de los cimientos.
Cerca se encuentra la Iglesia de San Adalberto, una de las más antiguas de la ciudad (consagrada en el año 1005). Hay bastantes iglesias y torrecillas por el centro que dan un toque interesante a la ciudad.
Una de las cosas que más nos gustó del centro de la ciudad es la gran cantidad de estatuas bonitas que había por todo el centro.
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