El otoño llega a Tejera Negra

Por fin teníamos un fin de semana libre para nosotros, y entre la duda de ponernos a barrer y planchar e irnos a trastear por ahí, misteriosamente, escogimos la segunda opción.

Hace tiempo que queríamos ir al hayedo de Tejera Negra, especialmente en otoño que es cuando los colores del parque se vuelven más intensos, así que ahí que nos levantamos tempranito el sábado y enfilamos la nacional I.

El Parque Natural del Hayedo de Tejera Negra está en Guadalajara, cerca de la localidad de Cantalojas y en el límite con la provincia de Segovia. La mayor atracción del parque es el hayedo, un impresionante bosque de hayas muy extraño por estas latitudes, pues necesita climas frios y lluviosos que ya sólo encuentra en las zonas más recónditas y umbrías del parque.

Una vez allí nos decantamos por la ruta más básica, la "Rutas de las Carretas", llamada así porque era por la que circulaban hace no mucho tiempo las carretas cargadas del carbón que producían en el parque. Es una ruta facilona, que se hace en unas 3 horas y sólo tiene un par de repechos importantes.

Nada más comenzar la ruta nos encontramos un grupo de personas con unas cámaras de fotos con objetivos imposibles arrodilladas mirando a la base de un tronco caído. Como somos de natural curioso, nos hicimos los interesantes hasta que se fueron y después nos dispusimos a averiguar qué causaba tanto revuelo.


Lejos de ser un pueblo de adosados que vive en armonía, vimos que los pitufos vivían muy dispersos. Han estado engañándonos durante años, ¿qué esconderán...?

Pues sí, tras una semana lluviosa habían salido las primeras setas, y estos paparazzis estaban fotografiando impunemente la casa de pitufina.

Tras meditar largamente sobre el grave problema de vivienda de duendes, elfos y demás, reemprendimos la marcha hacia el interior del parque. Aunque íbamos muy bien pertrechados con nuestros pantalones de explorador y nuestras mochilas llenas de bolsillos, la presencia de perros, niños y demás fauna silvestre le quitó un poco de autenticidad al viaje.

Desde el principio se empiezan a ver los indicios del otoño. El camino comienza por un robledal muy bonito, y el suelo es una alfombra de hojas de roble. Poco a poco empiezan a aparecer los primeros destellos rojos en el suelo.


Si es que cuando nos ponemos artísticos...

Tras un par de horas de paseo (con parada y bocata de jamón incluido) se llega a la parte más alejada del circuito donde te introduces en la zona meridional del hayedo. El bosque es impresionante, realmente muy evocador. Una pena que el otoño aún no haya llegado con fuerza, y las hayas estuvieran aún bastante verdes.



Cuántos discos habré comprado con esta imagen de fondo en la portada...

La atmósfera de un hayedo para alguien acostumbrado a matorrales, jara y encinas como nosotros es impresionante. Hay un sonido muy especial (cuando no pasan niños pegando con palos a los troncos), y realmente te sientes transportado a otro país. Además, el momento álgido del día ocurrió cuando divisamos, entre las hayas, a una joven pitufilla que intentaba refugiarse en su casa.


Pobre, pensaba que no la veíamos. Se ve que por eso Gargamel los pillaba siempre, porque mucha perspectiva espacial no tenían, no...

Después de un paseo de media hora bajo el hayedo se pasa poco a poco a un pinar muy extenso, también bonito pero, qué le vamos a hacer, con bastante menos glamour.

En definitiva, el paseo es bonito y fácil, aunque nosotros echamos en falta más tramo por el hayedo. Nos hemos prometido volver en noviembre para verlo en una estampa más otoñal.

PD: Nos comenta Paco Bellido, autor del excelente blog Cuaderno de Viaje, que la primera seta es "una Amanita muscaria, se llama así porque a su alrededor suelen aparecer moscas muertas. En realidad no están muertas, sino aturdidas por el efecto narcótico de la muscarina, la toxina de esta seta. " Así da gusto ir al campo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha parecido maravillosa la descripción que hacéis de un lugar, que aunque lo desconozco me siento como dentro del recorrido,que visto así hasta el otoño es bonito, ojalá pueda pasear en noviembre por esos bosques. Saludos

Anónimo dijo...

la verdad es que llamar a eso hayedo es pecar de optimista,a lo sumo una mancha de hayas de las que aun persisten en la sierra de ayllon. Esta esta muy diezmada por el carboneo,las repoblaciones y las talas.Yo llamaria la atención sobre las condiciones de vida de las gentes por esa zona,ahora tienen un problema por que ninguna empresa les suministra gas butano.¿Bucolico,no?