Heraklion, capital de Creta es una ciudad moderna y vibrante. O al menos eso dice la Lonely Planet, porque nosotros estuvimos una noche, dos cenas, un desayuno, una vomitera y dos intercambios ferry / coche de alquiler.
Basílica de Aguios Titos, uno de los monumentos más antiguos de la Cristiandad en Creta.
Llamada Candía durante siglos, ha visto nacer a Nikos Kazantzakis (el autor de Zorba El Griego) y al famoso pintor del Renacimiento español El Greco. Y, suponemos, aunque no lo tenemos aún confirmado, que a bastante más gente.
Vestigios de la ocupación veneciana son los hermosos puertos amurallados de las principales ciudades de Creta. Este bonito atardecer es desde el puerto de Heraklion.
Sin embargo, la que para nosotros era la mayor atracción de la ciudad se encuentra a pocos kilómetros de la misma: las ruinas del palacio minoico de Knossos (pronúnciese Nosós, ávido lector).
La Civilización Minoica es tan misteriosa que no se sabe ni cómo se llamaba realmente. De hecho, no se sabe si Minos era el nombre de un rey real o sólo la palabra minoica (cuya escritura no está aún descifrada) para decir "rey".
Lo que sí se sabe es que este palacio ocupó un importante papel para la Civilización Minoica. Hay interpretaciones desde que fuera la corte real hasta que fuera un complejo laberíntico dedicado al sacrificio humano (algo así como el carrefour de las almas). El palacio se comenzó a construir en torno al 1700 A.C., a principios de la Edad de Bronce, y tras varias destrucciones se finalizó sobre el 1400 A.C..
Las ruinas fueron descubiertas a principios de la década de 1900 por el arqueólogo inglés Sir Arthur Evans, quién se entusisasmó tanto que se gastó unas 250000 libras de su propio bolsillo en reconstruirlo parcialmente. Esta reconstrución es, sin embargo, muy polémica, pues se le acusa de tener una imaginación demasiado poderosa y poca fidelidad a la realidad. Pero es que si nosotros tuviéramos todo ese dinero para poder gastárnoslo en nuestros hobbys, probablemente también seríamos tremendamente imaginativos.
Lateral de la Sala del Trono. Los Minoicos construían las columnas con un estrechamiento en su base para intentar compensar el efecto de la perspectiva y que dieran la impresión de ser totalmente cilíndricas.
Reproducimos parte del relato mitológico del Rey Minos, que consideramos de un alto interés artístico:
Antes de ser rey, Minos peleó con sus hermanos por el trono. Así, pidió ayuda a Poseidón, quién le mandó un hermoso toro blanco surgido del fondo de las aguas, algo que inmediatamente la gente asumió como "pos va a ser este el tocado por los dioses," ante lo cual lo aclamaron rey.
Sin embargo, oh cruel destino, una de las condiciones de Poseidón era que el toro fuera sacrificado en su nombre (muy sensato por otra parte). Pero Minos se quedó prendado del toro, y se la intentó meter doblada: antes del sacrificio lo sustituyó por otro a ver si daba el pego.
Pero como por algo era un dios, Poseidón se dió cuenta, y lo castigó con uno de los mayores males que se le puede desear a alguien: Que su esposa se enamore locamente de un toro. Así, a Pasífae, esposa de Minos, se le hacían los ojos chirivitas cuando veía aparecer la cornamenta del bicho. Dédalo, quien trabajaba para la Corte, recibió el encargo de la reina de que le confeccionara un disfraz de vaca en el cual introducirse (para los cinéfilos, algo así como la mítica escena de Ace Ventura pero al revés). Y Pasífae, ni corta ni perezosa, se puso dos pendientes de la vaca que ríe, se embutió en el traje con ventilación trasera incorporada, y allá que se fué a insinuarse delante del toro.
Bien, pues como de aquí no podía salir nada bueno, salió un engendro maligno mitad toro mitad humano, el conocido como Minotauro. Minos, al enterarse de que tenía que poner un plato más para cenar, se enfureció y avergonzó tanto (no sabemos exactamente en qué orden sucedió) que le encargó a Dédalo que construyera un laberinto en el que encerrar a la criatura y del que no pudiera escapar, cual adolescente problemático jugando a quién se ha llevado mi queso.
Para asegurarse que no se conociera nunca su secreto, Minos encerró a Dédalo junto a su hijo, Ícaro, en el propio Laberinto junto al monstruo sediento de sangre. Estos conseguirían escapar de las garras del monstruo y vagaron por Creta hasta que Dédalo se fabricó unas alas de cera con las que escapar de la isla. Pero Ícaro aleteó demasiado, se acercó mucho al Sol, sus alas se fundieron, y cayó al mar irremediablemente.
Después de varios episodios, el Minotauro fue abatido por uno de los mayores héroes de la Mitología Griega, Teseo. Pero, como diría Rambo, eso ya es otra historia...
Pero tras analizar fríamente la historia y el papel que desempeña Dédalo, nos surge una pregunta. Atención estudiosos: ¿podemos estar ante el primer subcontratado de la Historia?.
· Fuentes: Wikipedia y Lonely Planet
4 comentarios:
Si realmente, este Dédalo fue el primer subcontratado...menudo cabron!!!! Aunque pensándolo bien, después de que su mujer te ponga los cuernos con un toro, es más cabroncete el Minos...jajajajajaja.
Gran interpretación del mito del minotauro y gran blog..
Felicidades, pollos
Muchas gracias Carmen.
¡Bienvenida al corral!
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